Conseguiste encontrar la manera de abrir la puerta
y aún teniendo la llave
decidiste derrumbarla y abrir paso en su interior.
Exploraste cada uno de sus rincones
lentamente
sin hacer ruido
como cuando paseaban sus dedos por tu espalda
la misma sensación de su risa en tu oído.
Daba escalofríos tenerla tan cerca,
pero así fue.
En cuestión de una noche lograste llevarla al cielo
para que después,
con los pies en la tierra
se encontrara con ese enorme vacío que sientes al terminar un libro
al cual,
para que después,
con los pies en la tierra
se encontrara con ese enorme vacío que sientes al terminar un libro
al cual,
le faltaba el epílogo.
Dejaste un cuaderno libre de tinta
para que cada noche
acompañada de mi
lo llenara con la esperanza de ti,
y la puerta abierta
para que pasara el aire
o para verte pasar por delante con la mirada perdida
aferrado a otra alma,
aferrado a otra alma,
con los ojos de alguien que no quiere ver lo que hizo
porque se arrepiente
porque no quiere tener la necesidad de entrar
por miedo
a quedarse encerrado.
Pondré un candado en la puerta
con la llave dentro
para que el próximo valiente que quiera entrar
lo haga por la ventana
sin temor a hacerse daño con los cristales rotos.
Mientras tanto yo
me dedicaré a releernos.