31 de diciembre de 2014









El cielo está cubierto por un manto de nubes grises y yo sigo esperando algo que cubra mis heridas , algo o alguien capaz de darme esperanzas y olvidar las ganas de saciar mi dolor , porque sólo siento dolor y rabia. Ambas se consumen en mí como un cigarro cuyo veneno se agarra a mis pulmones y cuyos miedos no me dejan respirar.
En las ventanas comienzan a caer las primeras gotas de lluvia que, se deslizan perezosas por el cristal hasta caer, como mis recuerdos que recorren lentamente mis mejillas, sin esperanzas de ser olvidados, grabados a fuego en mi mente y en todos los pedazos de lo que alguna vez se llamó corazón ; ahora sólo es un juguete roto que nunca funcionó bien.
Con el sonido de los truenos el silencio parece haberse disipado temporalmente, las voces de mi cabeza parecen haberse calmado , mis temores parecen haberme dado un respiro, temporalmente.
Pero el tiempo se ha acabado, la lluvia no es eterna, la tranquilidad no es eterna, tus besos no son eternos, todo es temporal, no existe la eternidad sino un largo periodo de tiempo.
Aunque el dolor parezca eterno tiene fin en tu boca,
aunque la rabia que me invade parezca eterna tiene fin en mis cicatrices,
aunque la soledad parezca eterna tiene fin,
aunque fuimos temporalmente eternos tuvimos fin,
y acabamos,
acabaste con tus mentiras,
con tu último cigarro,
con la botella de Jack Daniels
y acabaste conmigo.

  Hoy estás en mis cicatrices porque el lugar donde estabas acabó rompiéndose en los pedazos en los     que hoy me he convertido,
  ellos te marcan el camino para volver a acabar conmigo,
  pero lo siento,
  ya es tarde,
  ahora soy yo la que he acabado conmigo.